Haití, un año después

Un cementerio improvisado en Puerto Príncipe (Haití)
Haití sigue en el pozo. Resquebrajado por el terremoto que hoy hace un año partió el país y hundido aún más por la mortífera epidemia de cólera, este pequeño Estado caribeño sigue sin reconstruirse.
Tras una efectiva respuesta inicial, poco se ha conseguido para levantar de las cenizas a un país que antes del seísmo luchaba con una economía en quiebra, elevadísimos índices de pobreza y un Ejecutivo débil y con muy poca legitimidad. "El Gobierno haitiano debe asumir su rol de liderazgo y desarrollar planes de obras públicas para implementar servicios sociales básicos e infraestructuras", recalca Iván M. García, portavoz de Intermón Oxfam, desde Puerto Príncipe. De momento, no hay fecha para la segunda vuelta de las elecciones ni se sabe qué candidatos concurrirán.
Durante este tiempo que Haití ha vivido vacío de poder, la Comisión Interina de Reconstrucción copresidida por el ex presidente de EE UU Bill Clinton y el primer ministro haitiano, Jean-Max Bellerive, ha dirigido el país. Muchas críticas recaen hoy sobre su gestión. Al igual que a otros organismos internacionales, "le ha faltado capacidad de acción y decisión", y de ahí "la extrema parálisis en la reconstrucción", sentencia Aloïs Hug, portavoz de Médicos Sin Fronteras.
Sin un techo
A esta falta de acción se podría atribuir que las calles de Puerto Príncipe, la capital, y de las principales ciudades del país sigan 365 días después "llenas de restos y se circule con dificultad. Las fuerzas militares y los Estados no han invertido suficiente en tareas de desescombro", lamenta Francisco Rey, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria. "Si los escombros continúan allí será imposible reconstruir", admite García.
Entre estos desechos hoy siguen viviendo parte del millón largo de haitianos que "están en tiendas cada vez más frágiles" y que tienen "pocas esperanzas de trasladarse a refugios de transición u hogares semi-permanentes", dice Jean Claude Fignole, director de ActionAid en Haití.
La catástrofe ha sido tan grave -ha agudizado la tragedia en un país donde el 78% vivía y vive con menos de dos dólares al día- que los esfuerzos se han centrado en el día a día y se han dejado de lado planes a más largo plazo. Así, el caos que aún reina en el país caribeño y la insuficiente inversión en infraestructuras de agua y saneamiento ha derivado en nuevos problemas: un aumento de la violencia, los saqueos y también de enfermedades, como la plaga de cólera que ya se ha llevado la vida de más de 3.600 personas.
Mirar adelante
Dejarse llevar por el pesimismo es fácil hoy en Haití. Aunque, "como decimos aquí, mientras hay vida hay esperanza", admite Daniela, a quien el terremoto arrancó su hogar en la capital. "El seísmo puede haber sido una oportunidad perdida, pero aún queda tiempo y dinero para que no lo sea", recalca Aloïs Hug, convencido de que "hay que ser exigente con el dinero que se dio".
"Aunque muchas cosas se han hecho mal, no todo el esfuerzo ha sido inútil. Sin la buena respuesta inicial de los ciudadanos y el trabajo de las ONG hoy habría muchísimas más víctimas", agrega Francisco Rey. Se cree que el país tardará décadas en vencer la tragedia. "Acelerar el proceso político, invertir más fondos específicos en el cólera o condonar la deuda externa" son las claves para que Haití logre, al fin, salir del hondo pozo.
Fuente: ADN (España)

No hay comentarios:

Publicar un comentario